Viernes 12 de Abril de 2019
La visión crítica de la Revolución Mexicana en la trilogía de Fernando de Fuentes
La legendaria figura de Emiliano Zapata plasmada en celuloide es motivo de análisis y debate en el nuevo ciclo de las Charlas sobre cine y literatura que el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y la Cineteca Nacional abren a cien años del asesinato del Caudillo del Sur.
El 1 de abril de 2019 se llevó a cabo la proyección de El compadre Mendoza (Fernando de Fuentes, 1933), en la que la maestra en Literatura Mexicana Edith Negrín, junto a José Antonio Valdés Peña, abrió una conversación con el público de la sala 4, aprovechando también la ocasión para recordar que esta película fue la primera en ser proyectada en la Cineteca, el 17 de enero de 1974.
Perteneciente a la Trilogía de la Revolución del mismo director, que conjunta a El prisionero 13 (1933) y ¡Vámonos con Pancho Villa! (1936), El compadre Mendoza retrata la compleja desventura de Rosalío Mendoza, un terrateniente con afiliaciones políticas cambiantes que, con tal de quedar bien tanto con el bando de Zapata como con el de Victoriano Huerta, prestaba su hacienda al que llegara primero, siempre de manera hospitalaria y a conveniencia, hasta que la situación se entreteje torpemente, poniendo en riesgo su vida y la de su familia.
El filme toma su premisa del cuento del mismo nombre, escrito por Mauricio Magdaleno, y fue adaptado a libreto cinematográfico por de Fuentes y Juan Bustillo Oro. "En términos generales, la adaptación fílmica es bastante fiel al texto original, sobre todo en cuanto al sentido profundo. Pero la película es mucho más que una mera traducción del lenguaje literario al cinematográfico", explicó Negrín.
El discurso novelístico es el más apto para representar el desarrollo continuo del pensamiento y del acontecer, mientras el discurso cinematográfico traslada los pensamientos y los hechos a imágenes. "Así, las caras, los objetos, los paisajes, los detalles siempre tienen contenidos emocionales e intelectuales relacionados con ese continuo desarrollo del pensamiento. Los cambios que se hicieron respecto de la novela fueron de lo más atinado y la enriquecen", afirmó la ponente.
La maestra reconoció la falta de maniqueísmos en la narrativa del filme, siempre ofreciendo una mirada objetiva, mas no falta de crítica, ante una tiempo y espacio donde el partidismo jugaba un rol crucial dentro del bienestar económico de la sociedad.
Por su parte, Valdés Peña apuntó el cambiante idealismo del director después de dirigir su turbulenta trilogía, para después mudarse al cine de taquilla comercial. "Tristemente, el fracaso económico de ¡Vámonos con Pancho Villa! manda al director al cine comercial con Allá en el Rancho Grande (1936), y de ahí en adelante nunca vuelve a ser el Fernando de Fuentes experimental y propositivo".
Ambos ponentes reflexionaron sobre el impacto de la cinematografía con la Revolución Mexicana. En un momento histórico donde ambas tuvieron un auge en terrenos nacionales, se convirtió en el movimiento sociopolítico más filmado del siglo XX, volviéndolo un espectáculo romantizado que serviría sólo para crear íconos nacionales que darían significado al término "mexicanidad". "Una abstracción que designa una búsqueda de autenticidad y una identidad capaz de integrar los rasgos conflictivos múltiples que van integrando el imaginario nacional", definió Negrín.
"Como dice Julia Tuñón, el filme fue producido desde una perspectiva temporal lo bastante lejana para observar la Revolución con objetividad, pero lo bastante cercana para que aún dolieran las heridas", finalizó.
Charlas sobre cine y literatura continuará sus proyecciones y posteriores mesas de debate el proximo lunes 8 de abril de 2019 a las 18:00 horas, con el filme Zapata en Chinameca (Mario Hernández, 1987). La entrada será libre solicitando cortesias en taquilla 5.