Jueves 04 de Septiembre de 2025

EN EL MARCO DEL CICLO EL CAMINANTE: TSAI MING-LIANG EN MÉXICO, EL DIRECTOR OFRECE UNA CLASE MAGISTRAL PARA HABLAR DEL VALOR DEL CINE  

Además de breves conversatorios sucedidos al término de las proyecciones del ciclo El Caminante: Tsai Ming-liang en México, el director de origen malayo, ofreció una clase magistral donde habló de su cinefilia (motivada e incentivada por su abuelo), y lo que hay detrás de su estima por el discurso audiovisual, además de lo que ha tejido su trayectoria fílmica.

"Tenía alrededor de cuarenta años cuando terminé mi primera películaRebeldes del Dios Neón (1992), y sabía que no podría filmar más de 10", contó durante la charla.  

"Tuve un gran equipo y jefes que no me habían restringido, creo que fui muy suertudo, pero hacer películas es bastante difícil, incluso yo tuve que salir a las calles para vender los boletos y lograr llenar las salas de cine", recordó.   

Con una carrera forjada en Taipei, Tsai Ming-liang es uno de los máximos exponentes de la Segunda Ola de Cine Taiwanés. Su trabajo se caracteriza por la simplicidad y los gestos minimalistas con los que busca generar sensaciones; y antes que contar una historia lineal, su intención escapa de la convención narrativa para mostrar el estadío de la condición humana.  

Inicialmente formado en el Departamento de Drama y Cine de la Universidad Cultural de Taiwán, Tsai Ming-liang redefinió el sentido de "su medio artístico", como él le llama, buscando lo común en autores como Federico FelliniHou Hsiao Hsien y Akira Kurosawa, quienes le dieron la clave del método cinematográfico: el valor de la estética.     

"La estética es lo más importante; cada autor tiene la suya, y dado que la división no es clara entre teatro y cine, es importante destacar que en el cine no sólo se cuentan historias", anotó.  

Nacido en Kuching, Malasia, Tsai Ming-liang migró a Taiwán con su familia a los nueve años; siendo esta edad el inicio de su afición a la sala de cine, espacio que identifica con una enorme sensación mágica, que permite al público entrar en otros mundos. De este periodo, sus referentes llegaron del cine de Hong Kong, Taiwán y Estados Unidos. Especialmente, las películas de King Hu le dio la clave para entender de qué va el trabajo de un director de escena. Por ello, Bebe Conmigo (1966) y Dragon Inn (1967) fueron sus primeros referentes cinematográficos; éste último fue fundamental para que él mismo realizara Good Bye Dragón Inn (2003). Asimismo, al margen de esta apreciación, recordó la forma en la que Francoise Truffaut con Los 400 golpes (1959); y Todos nos llamamos Alí (1974) de Rainer Werner Fassbinder le interpelaron y ayudaron a clarificar aún más la obra de un realizador: el porqué determinado cuadro debe permanecer cierto tiempo frente a los ojos del espectador.  

"El creador toma todas esas decisiones, no puede ser todo palabras, por eso es necesario buscar sentimientos y rescatarlos desde el interior", sentenció, "y por eso existe el concepto de creador, y si tú eres el creador, tus sentimientos son lo que importa".  

Durante poco más de hora y media, Tsai Ming-liang puso énfasis en la necesidad de mantener viva la tradición de el cine verdadero, de la preservación de la tradición y el deber que hay en hacer un uso digno de las salas de cine: el hecho de ver las películas y el cine en una sala de cine, enfatizó.  

La filmografía de Tsai Ming-liang está compuesta por 11 largometrajes, 11 series de televisión, videoinstalaciones y múltiples colaboraciones con destacados centros culturales, museos y galerías de arte. Su trabajo inicialmente fue bienvenido en Europa, Japón y Corea; y con Vive l amour (1994) su segundo largometraje, ganó el León de Oro en Venecia.   

"Fue difícil vender mi propia película en Taiwán, y tenía que pedir más espacio en salas a partir de vender boletos, era un acto de supervivencia; recuerdo que logramos vender 8 mil boletos en dos semanas", platicó. "Por eso, para mí siempre ha sido importante buscar y motivar la existencia de un público activo, personas interesadas en el cine".  

Sin embargo, dado que siempre quiso hacer cine de autor, dijo, nunca envidió el tipo de producciones que abarrotan salas, pues en su intención nunca ha estado el dar diversiones momentáneas.