Viernes 12 de Abril de 2019
La traición ideológica en el cine revolucionario
El 08 de abril de 2019 en la sala 4 de la Cineteca Nacional se llevó a cabo una nueva sesión de Charlas sobre cine y literatura: Centenario del asesinato de Emiliano Zapata, donde la poeta y abogada Yelitza Ruiz y José Antonio Valdés Peña presentaron el filme de Mario Hernández, Zapata en Chinameca (1987), para después abrir conversación con el público.
La película, protagonizada por Antonio Aguilar, surgió por la necesidad de reivindicar tanto la figura del Caudillo del Sur como la de los realizadores cinematográficos involucrados en la producción de Felipe Cazals Emiliano Zapata (1970), cinta coescrita por el mismo Aguilar, junto a Ricardo Garibay y Mario Hernández, y que contaba con el apoyo del entonces gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, obstruyendo la crítica hacia la corrupción de los funcionarios a través de la censura.
Por una pérdida enorme, tanto monetaria como ideológica, Antonio Aguilar se alió al director Mario Hernández para recuperar mucho del montaje mutilado y, con nuevo material, creó Zapata en Chinameca, con la ayuda de un guion reformado que indagaba en las traiciones a Zapata y se alejaba del espíritu oficialista del trabajo que se le impuso a Cazals, logrando un retrato que nos habla de una crisis de la identidad revolucionaria.
"Ambas películas abonan a la idea del caudillo como héroe revolucionario que nos da el periodo histórico de la Revolución Mexicana, que no comienza en 1910, sino desde 1887, donde hubo momentos importantes de gestación revolucionaria, en los cuales se basa Zapata ideológicamente para poder levantarse en armas", comentó Yelitza Ruiz.
La poeta también reflexionó sobre el papel de las mujeres de la Revolución, retratadas por la historia nacional como las Adelitas, quienes en realidad tuvieron un papel de mayor importancia para la evolución ideológica dentro de la batalla. "Las mujeres se han reducido a esa imagen, pero eran las que distribuían la correspondencia y telegramas que escondían bajo sus enaguas, entregando información al cuartel de Zapata en Morelos".
Valdés Peña expresó la variedad de discursos del Zapata de Antonio Aguilar, perdidos un poco entre lo épico y lo histórico. "En su momento fue un reto para el cantante, por el maquillaje, porque tuvo que bajar de peso, porque no canta y se lo tenía que tomar en serio. Los encuentros con el personaje y la forma en que él va explicando qué es el zapatismo son muy interesantes, pero yo creo que Aguilar se imaginaba otra cosa".
Mientras el Emiliano Zapata de Felipe Cazals se arraiga en la cuestión del zapatismo y el discurso, Zapata en Chinameca está narrada desde el punto de vista de la culpa histórica y de los valores traicionados. "Si nos vamos a un género literario, que es la novela de la Revolución, o no sabían por qué peleaban o pelearon por algo que al final acabaron transformados por lo mismo", comentó Valdés Peña.
"En algún momento, los precursores de la revolución mantuvieron la base ideológica de 'Tierra y libertad', y no tiene nada que ver con lo que sucede postrevolución con la fundación del PRI, que es la alegoría perfecta con esta familia peleándose por dinero mientras el difunto no se termina de morir, y ese difunto es México. Ahí radica la fuerza del discurso cinematográfico y de la síntesis que hace Mario Hernández de la cinta de Felipe Cazals", concluyó Yelitza Ruiz.
Charlas sobre cine y literatura continuará con el cine relativo al Caudillo del Sur el lunes 29 de abril de 2019 con el filme ¡Viva Zapata! (Elia Kazan, 1952), en la que se contará con la presencia del historiador de arte Luis Vargas Santiago. La entrada será gratuita solicitando cortesías en taquilla 5.