Viernes 21 de Enero de 2011
“Conocerás al hombre de tus sueños”, divertida comedia negra del director Woody Allen, presente en Cineteca desde el 14 de diciembre.
Cuando a una estrella pides un deseo, la canción escrita para una película clásica de Disney, Pinocho (1939), es la obertura de Conocerás al hombre de tus sueños, el nuevo filme de Woody Allen. Filmada en Londres y con un reparto mayoritariamente inglés, la cinta también celebra el cumpleaños número 75 de Allen, quien desde Comedia sexual de una noche de verano, en 1982, no deja de legarnos un nuevo filme año tras año.
La referencia a la historia del muñeco de madera que deseara con toda su alma un humilde fabricante de juguetes para completar su felicidad, no es gratuita. Para Woody Allen, los protagonistas de su nuevo filme son, al mismo tiempo que soñadores, marionetas de un destino incierto, que no puede controlarse. Aunque algunos creen que puede hacerse.
Personajes que viven realidades inventadas por su mente abundan en la obra del cineasta otrora exclusivo de Manhattan. Son seres profundamente infelices, encerrados en sí mismos mientras lastiman a otros con su inmadurez emocional. De Annie Hall a Vicky Cristina Barcelona, pasando por Hannah y sus hermanas o Maridos y esposas, los personajes de Woody Allen viven en la falsa ilusión de que son los dueños de sus vidas, bajo una falsa careta intelectual que en apariencia los blinda contra todo.
Dos matrimonios son los protagonistas centrales. Uno de ellos lo conforman Alfie, un adinerado setentón y su mujer, Helena, casados desde hace cuarenta años. El paso del tiempo ha dejado huella en ambos, pero él no se deja vencer. Se separa de Helena, adquiere un carro deportivo, ejercita su anciano cuerpo hasta la saciedad y adquiere un departamento de soltero. Muy pronto conseguirá a una mujer joven, por supuesto, para complementar su felicidad. Y la encuentra en Charmaine, una prostituta de lujo que lejos de ser una compañera y posible madre de su hijo, será para el crédulo Alfie una pesadilla.
Helena, sin un sentido en la vida, entregará su fortuna a una vidente que le indicará el camino a seguir hasta límites patológicos. Mientras que Sally, su hija, debe lidiar no solo con la credulidad de su madre, sino con el matrimonio vacío que mantiene con Roy, un fracasado escritor norteamericano en espera siempre de que las musas lo iluminen. Y mientras Sally fantasea con vivir un amorío con su nuevo jefe en la galería de arte en la cual trabaja, sin que éste de la menor señal de interés o compromiso, Roy alegra sus desempleados días observando a una guapa vecina, muy joven y de ascendencia india, tocando dulcemente una guitarra sin sospechar que es observada.
Credulidad. Por ella, la protagonista de la ópera Lucía de Lamermoor, de Donizetti, enloqueció hasta morir (otra referencia musical que Allen utiliza en el filme). Credulidad que llevará a casi todos los personajes del filme a ser profundamente infelices, creyendo que del otro lado los pastos son más fértiles y que la felicidad es posible.
Así, bajo la apariencia de una comedia, Woody Allen ha orquestado uno de sus más pesimistas retratos de la condición humana. Para el cineasta, la vida, en palabra de Shakespeare, nos llena de sonido y furia para finalmente devolvernos la nada. Solo vejez, soledad, desamor, falsas ilusiones. Sólo aquellos que entreguen su destino a los astros alcanzarán, en su credulidad, la verdadera felicidad.
José Antonio Valdés Peña
CINETECA NACIONAL