Miércoles 20 de Abril de 2011

Cine expandido: Lucía y el bosque de cristal, una videoinstalación de Niles Atallah

En el marco del 31 Foro Internacional de Cine, la Cineteca Nacional da inicio a un proyecto sin precedentes en nuestro país: la reapertura de la sala 7, Alejandro Galindo, un espacio pensado y acondicionado para el montaje y la exposición de obras que expandan las posibilidades expresivas del cine convencional a través de recursos multimedia. Para inaugurar éste espacio hemos traído Lucía y el bosque de cristal, una videoinstalación que realizada por el cineasta chileno Niles Atallah, se vincula de manera íntima con Lucía, ópera prima del artista y filme inaugural del 31 Foro.

La videoinstalación podrá verse de martes a domingo en horario de 13:00 a 21:00 horas. La entrada es gratuita.

El pasado 4 de abril, nuestro investigador Gustavo Eduardo Ramírez Carrasco realizó una entrevista en exclusiva con Atallah, quien nos habló de los pormenores de su largometraje, así como de la videoinstalación que presenta en nuestras instalaciones de manera simultánea.

¿Después de haber trabajado con cortometrajes de animación [Lucía (2007) y Luís  (2007)], videos musicales y documentales. ¿Cómo surgió Lucía, tu primer largometraje de ficción, y en el que además cambias por completo el tono y el ritmo con respecto a tus trabajos anteriores?

Trabajé los cortometrajes de Lucía y Luis con otras dos personas en Chile, Joaquín Cociña, quien es un artista plástico que trabaja dibujo en carbón y Cristóbal León, escultor y video artista. Para Lucía, el largometraje, escribí la primera versión del guión en diciembre de 2006, cuando murió Pinochet, y lo fui desarrollando a largo de un año y medio. Durante ese tiempo también colaboré en otros proyectos, entre los que se encuentran ambos cortos. Cuando fui invitado a trabajar con Joaquín y Cristóbal, los títulos de Lucía y Luís ya estaban definidos, y curiosamente, eran los mismos nombres que yo había decidido utilizar para los personajes de mi largometraje. Creo que la conexión entre Lucía, Luís y Lucía, el largometraje, está en que ambas producciones tienen que ver con el horror. Aunque la película no pertenezca a ese género, los escenarios de Lucía, el largo, me recordaban mucho a los cuentos de Edgar Allan Poe.

Quería era que el ritmo de la película estuviera totalmente ligado al ritmo de  la vida de los personajes. El hecho de que Lucía sea un filme contemplativo no nace sólo de una decisión estética, sino  de la necesidad de acoplarnos a los diferentes ambientes. No es casualidad que cuando Lucía y su padre van a casa del doctor, el movimiento de la cinta cambia completamente y se convierte una especie de película dentro de otra película; al volver a la casa de Lucía y Luís, que es una casa antigua con su propia historia volvemos a esa atmósfera pausada. Sentí que tenía que respetar el ritmo de las cosas.

La casa en la que viven Lucía y su padre es un espacio muy particular, fotográficamente muy interesante ¿Cómo elegiste el recinto en el que se desarrolla la historia de Lucía?

La película está muy inspirada en algunos aspectos de la vida de mi mujer, Gabriela Aguilera, quien protagoniza la película. No es un filme biográfico, pero es muy cercano al mundo de la gente que conocemos. La casa ha pertenecido a su familia a lo largo de tres generaciones, su padre nació en esa casa, sus abuelos murieron en esa casa y su tío aún vive allí. El espacio es tal como lo vemos en el filme, excepto por las habitaciones de Lucía y Luís, que son lo personajes ficticios, no movimos ni modificamos nada. La historia nació a partir de lo que conozco de la vida de Gabriela, de la gente que integra mi propia familia y de las personas que conocemos en común, además de la casa misma. Todo esto se fue acumulando a través de los años. Por alguna razón cuando murió Pinochet pasé todo el día grabando las escenas de su funeral a través de la televisión, al final del día, después de ver todas esas imágenes escribí la primera versión del guión.

¿Porqué sumergirse en la vida de Gabriela para llevar a cabo un filme de ficción?

 Se trata de una fuente de inspiración que tiene que ver con amor y la intimidad entre nosotros dos. No sólo está relacionado con la historia de su familia, sino con la historia de muchas familias. Siento que el nombre de Lucía no representa  sólo la mujer, sino a una especie de organismo que integra la casa, el padre, la atmósfera, los personajes de la película y a todos los fantasmas de la gente que vivió y murió allí. Eso es lo que intento retratar. Para mí Lucía engloba todo el conjunto de cosas que yo siento cuando estoy en Chile: el paisaje urbano, las diferencias entre las clases sociales y la historia política, pero no de manera particular, sino para entender la forma en que se encuentran y la tensión que producen al chocar entre sí.

¿Qué importancia debemos dar al contexto histórico y político en tu película?

La idea no fue nunca hacer una película política, aunque mucha gente quiera ver en lo político de Lucía una cuestión más explícita. Creo que para llevar a cabo un retrato más complejo del ser que es Lucía se tenía que contextualizar la historia, las figuras políticas del país como Augusto Pinochet, los barrios y los distintos estratos sociales, al mismo tiempo que representar con intensidad la vida interna, onírica y espiritual del personaje principal.

Me llama la atención la técnica que utilizas para realizar las secuencias de imágenes en una especie de stop motion. ¿Cuál es la razón de la recurrencia de éste elemento a lo largo de Lucía?

La verdad es que no lo veo como stop motion, aunque es difícil de describir exactamente lo que es y entiendo porqué utilizas ese término. Técnicamente son fotografías cuadro a cuadro, pero ligadas a la decisión de fotografiar a otra velocidad de cuadros por segundo. Desde el inicio del proyecto yo estaba desarrollando un trabajo desde la fotografía fija, porque estudié fotografía y pintura, que pertenecen a un mundo que me interesa mucho; en mi caso, el cine nació del deseo de incorporar sonido, ritmo musical y fotografías en movimiento para recrear un mundo. Creo que el stop motion implica más una manera de animar cosas inmóviles, por lo menos, así trabajamos en los cortometrajes de Lucía y Luís.

Para Lucía, el largo, no opté por la misma forma de trabajo. Fui a la casa, tuve la idea para desarrollar el guión y sentí el deseo de llevar a cabo un fiel retrato de Lucía, Luís y los fantasmas de la casa. Durante muchos meses grabé la casa en video, pero cada vez que volvía ver lo que había grabado sentía que la magia del lugar se había escapado, era como si fuera otra casa distinta.  Debido a que la luminosidad de la casa requería largos tiempos de exposición, se necesitaba de foto fija para captar fielmente, porque la atmósfera era muy oscura y no deseaba intervenir con ninguna forma de luz artificial, a no ser de las bombillas de tungsteno y las luces de neón que ya estaban en la casa. Esa luminosidad específica era parte del espíritu del lugar, al que yo veía como una especie de mundo de transición en el que hay cosas que no se pueden ver ni sentir. Se trataba de una forma de retratar, una especie de ensayo acerca del funcionamiento de la luz, sin duda un personaje más en la cinta.

¿Y el sonido?

La reconstrucción de un mundo sonoro por parte de Claudio Vargas en el sonido directo y Roberto Espinoza en el diseño de sonoro es también un elemento fundamental. Basado en un bosque, sentíamos que la manera en que los objetos se encontraban dispuestos (como en una especie de museo de historia natural) era tan orgánica como artificial, y que cambiar un objeto de lugar implicaba un cambio total en el "mundo natural" interno de Lucía y los personajes de la película.

Con respecto a la video instalación Lucía y el bosque de cristal, que has montado en Cineteca Nacional en paralelo al estreno de tu película. ¿Podemos verla como una especie de extensión del largometraje?

Creo que las obras de arte vienen en pares, trilogías o poseen anexos. Siento que la película Lucía es una obra integral,  pero al mismo tiempo todo el estudio en video, el trabajo de fotografía cuadro a cuadro y de sonido forman parte del proceso de exploración y reconocimiento del espacio, y que resulta fundamental para desarrollar la película misma. Quería hacer algo con toda esa masa de material que tenía y que no podía utilizar en el largometraje, pero quería que estuviera vinculado con el espacio, no sólo como un filme que uno se sentara a ver, sino a través de un espacio laberíntico que representara al bosque interior y exterior de Lucía. En la instalación desarrollo algo que no pude explorar en la película, que está hecha de luz y sonido: la oscuridad y sus mecanismos. El laberinto de Lucía y el bosque de cristal es muy oscuro y tiene un sonido de 7.1 canales que está construido por el mismo Roberto Espinoza, quien diseñó un sonido que fuera dividiéndose para dar vida a cada pasillo del laberinto hasta llegar a la caja luminosa del centro, una especie de recreación simbólica de la casa en Lucía.

¿Qué significa para ti presentar las diferentes facetas de tu trabajo en México, y particularmente en Cineteca Nacional?

En primer lugar es un sueño poder presentar la película y la instalación juntas por primera vez. Cuando estaba terminando la película y me percaté de la posibilidad de trabajar la obra de una forma distinta, fantasee con presentar ambos proyectos de manera conjunta y en el mismo lugar. La Cineteca Nacional de México está dando el espacio que alguna vez soñé en Chile, y por cierto, es la primera en tomar el riesgo de distribuir Lucía,  por lo que estoy infinitamente agradecido.  En Latinoamérica, y particularmente en Chile,  México es un país muy simbólico y un gran referente cultural, el hecho de que la película se presente en aquí es algo que ha hecho muy feliz a la gente que trabajó en el proyecto.

¿Qué esperas del público mexicano?

No conozco mucho al público mexicano. De las personas mexicanas que he conocido en festivales puedo decir que hay un interés por un cine distinto al industrial de Norteamérica, que estamos todos cansados de ver. La conquista del cine norteamericano es completa, y representa un monopolio no sólo en Latinoamérica, sino en todo el mundo. Ojalá tomemos conciencia de que hay una educación norteamericana en el público y los pueblos de muchos países. Las películas van promocionando productos y formas de vida que parten de una difusión total de cultura e ideas políticas. Lo que espero del público latinoamericano en general es que vaya fomentando su propio cine, y que los realizadores, productores y distribuidores en nuestros países sean perseverantes en mostrar las propuestas cinematográficas y las historias desarrolladas aquí.

¿Actualmente trabajas o planeas desarrollar algún proyecto en el futuro?

Sí, actualmente trabajo en varios proyectos. Uno se llama La casa lobo, un largometraje que me encuentro desarrollando junto a Joaquín Cociña y Cristóbal León, los mismos de los cortos de Lucía y Luís. Y también me encuentro escribiendo y comenzando con las pruebas de sonido y fotografía para otra película que se llama Rey, inspirada en la historia de un abogado francés, Orllie-Antoine de Tounens, que en 1860 fue de Francia a Chile para fundar una nación con algunas comunidades mapuches en Araucanía, un territorio autónomo en aquél momento.

 

Entrevista. Gustavo E. Ramírez Carrasco

Cineteca Nacional