
Viernes 23 de Noviembre de 2018
Julián Hernández habló sobre el proceso de sus cortometrajes más recientes en la Cineteca Nacional
• El director, guionista y productor ha sido el invitado del mes en Conversando con nuestros cineastas, espacio semanal gratuito y abierto a todo público
“Veo el documental como una oportunidad para seguir narrando historias e experimentar nuevas formas”, dijo Julián Hernández al público de Conversando con nuestros cineastas después de la proyección de Muchacho en la barra se masturba con rabia y osadía (2014), Signos de vida y rebeldía (2016), Muchachos en la azotea (2016) y Causas corrientes de un cuadro clínico (2016) en la Sala 4 de la Cineteca Nacional.
Luego de tres viajes al Festival Internacional de Cine de Berlín y de ganar el Teddy Award en dos ocasiones, el realizador mexicano reconoció que se le dificultó realizar algunos proyectos. “Después de estar tres veces en Berlín, pensé que todo iba a ser miel sobre hojuelas”, bromeó.
Durante ese periodo, a finales de los 2000, Hernández había comenzado con el proceso de planeación de Rencor tatuado (2018). “Recibí la invitación de Arturo [Ripstein] para participar en una serie de documentales sobre ganadores del Premio Nacional de Arte. Esos documentales me sirvieron para recuperar mi carrera de editor que tenía abandonada”, reconoció el director de Rabioso sol, rabioso cielo (2009).
Tras la colaboración con Ripstein, surgió la primera versión del documental Signos de vida y rebeldía. Un reto difícil, pues sólo tenía dos días para trabajar el proyecto, afirmó el cineasta, “del cual aprendí muchas cosas de Gloria Contreras y de la relación que tenía con sus bailarines”.
Para Muchacho en la barra se masturba con rabia y osadía, nominado a Mejor Corto Documental en los Premios Ariel, Hernández presentó la propuesta en una convocatoria de Reto Docs. “Ya se avecinaban los temas de diversidad de la comunidad LGBTTTI y de la corrección política que ahora nos agobia. Existía también cierta conmiseración del público hacia los personajes de la diversidad sexual”, declaró.
Por otra parte, Muchachos en la azotea surgió como una propuesta de emular las obras de microteatro. Para Hernández, este cortometraje era una manera de satirizar y darle un giro a Bramadero (2007), su propio filme.
Finalmente, el realizador compartió de dónde surgió Causas corrientes de un cuadro clínico: “Hubo una invitación a varios cineastas cuando ocurrió el caso de Ayotzinapa para crear cortos y a mí no me invitaron”, dijo socarronamente, “pero sentía que tenía que decir algo al respecto sobre la violencia que estaba ahí, a punto de normalizarse”.
La presentación final de Julián Hernández en Conversando con nuestros cineastas será el próximo jueves 30 de noviembre con su largometraje Yo soy la felicidad de este mundo (2014). Las cortesías gratuitas se entregarán en la taquilla 5 de la Cineteca Nacional.