Miércoles 05 de Diciembre de 2018

Conversando con nuestros cineastas llegó a su última sesión del año con Julián Hernández

 

 

 

 

"Esta película es la suma temática y estilística de todo lo que hemos visto y lo que no hemos visto también", declaró Juan Antonio de la Riva, moderador de la última charla del año de Conversando con nuestros cineastas, al presentar Yo soy la felicidad de este mundo (2014). El 29 de noviembre, en la sala 4 de la Cineteca Nacional, se habló sobre el proceso creativo de su director, Julián Hernández, desde una perspectiva técnica y argumentativa.

 

El director de la cinta, quien se destacó en el ámbito cinematográfico por sus historias inspiradas en la comunidad LGBT, explicó el proceso mediante el cual concibió uno de sus filmes más polémicos, originalmente pensado como cortometraje. "Yo tenía un guion guardado desde antes, que es la parte central de la película y que se llamó Alarido", recordó.

 

Sin embargo, la idea de hacer un corto resultaba poco viable en ese momento. "Para los directores, como desarrollo personal, sí funcionan mucho, pero ya pensando en una finalidad de vender, es muy difícil. Ni siquiera tienes asegurada la posibilidad de exhibición de los cortos si no tienes el apoyo, por ejemplo, de Imcine".

 

Fue por esta razón que decidió, junto con su productor, Roberto Fiesco, hacer un largometraje. "Era un guion que se emparentaba un poco con Bramadero (2007) y que tenía las mismas finalidades de expresar a través de las relaciones de intimidad", declaró. El filme desarrolla la historia amorosa de un director de cine y un bailarín, mostrando los claroscuros de la relación a través de la intimidad de los protagonistas con terceras personas, que intervienen de manera abierta en un tratamiento libre de la sexualidad.

 

Como los trabajos anteriores del cineasta, éste pasó por varios obstáculos para poder exhibirse. Sus escenas resultaban polémicas y la respuesta del público se orientó hacia el rechazo en más de una ocasión, lo que el autor recuerda entre risas. "Para la exhibición comercial le quité la parte del centro porque, para muchas personas, resultaba demasiado", remarcó. "Tiene que ver con el clima de corrección política, de cuidarte de todo lo que dices porque vaya a ser peligroso".

 

"A mí lo que me admira es la honestidad con la que está filmado todo -confesó Juan Antonio de la Riva-, sigue siendo un rasgo muy distintivo tuyo, el asumir eso sin cortapisas". Julián Hernández es identificado por mostrar una cara de la sexualidad en la que no existe sufrimiento por aceptarse a uno mismo y donde los personajes viven su amor al máximo, en una sociedad que no los discrimina por sus preferencias. "Mis películas están un poco adelantas en su visión acerca de lo que son los personajes", concluyó el autor.

 

El mexicano aprovechó para hablar sobre su próximo proyecto, La diosa del asfalto, en el que desarrollará una trama mucho más dialogada y entrañable. "Ya para la siguiente quiero hacer una película en la que la acción, además de en la construcción de la imagen, esté contenida en el diálogo. Yo soy la felicidad de este mundo es un poco el camino hacia allá", reveló. "Por eso digo que es una película de transición, porque me sirvió para entender cómo encontrar el equilibrio".