Viernes 14 de Diciembre de 2018

José Antonio Valdés sobre la obsesión de Hitchcock con el placer la de mirada

 

 

"Louis-Ferdinand Céline dividía a los hombres en dos categorías: los exhibicionistas y los mirones, y es evidente que Alfred Hitchcock pertenece a la segunda categoría. Hitchcock no participa en la vida, la mira", escribió François Truffaut en un pasaje de su célebre libro El cine según Hitchcock (1967) que José Antonio Valdés Peña retomó para su conferencia Alfred Hitchcock: Los placeres de la mirada.

"Todos somos mirones", dijo Valdés Peña el 11 de diciembre de 2018 ante una sala de la Cineteca Nacional llena de adeptos al cine del autor inglés. "La noción de la visión es un tema obsesivo en la filmografía del director. Quitarle a un cineasta los ojos es quitarle a un pintor la brocha, su herramienta vital."

En la mórbida extracción de los ojos en Los pájaros (The Birds, 1963), el voyerismo de Norman Bates en Psicosis (Psycho, 1960) o la vigilancia de James Stewart a todos sus vecinos en La ventana indiscreta (Rear Window, 1954), Hitchcock utilizó el sentido de la vista como un elemento para crear tanto expectación como incomodidad en el público, haciéndolo parte de la invasión a la privacidad de los personajes. "Es uno de los directores que más tomó en cuenta, y que más sublimó, la cuestión de la mirada como parte de la narrativa del filme", aseguró el ponente.

Al director le emocionaba la idea de jugar con el morbo de la gente, convirtiendo su punto de vista en algo placentero para después volverla testigo de actos criminales y otorgarle un sentimiento de culpa. "Hitchcock tiene dos temas esenciales para su filmografía: el perpetuo caos y la ambigüedad moral de sus personajes; nada es lo que parece y nadie es quién dice ser, creando una inestabilidad en el espectador al no sentirse en un terreno seguro".

Valdés escogió La ventana indiscreta para ejemplificar el enfoque perverso del realizador, mostrando, por ejemplo, la secuencia de créditos inicial, donde se abren las persianas de la ventana del protagonista para dar paso al escenario que veremos el resto de la película, haciendo al público partícipe desde el inicio.

El crítico mexicano finalizó su plática con cuatro recomendaciones bibliográficas: El cine según Hitchcock, El lado oscuro del genio (Donald Spoto, 1983), El arte de Alfred Hitchcock (Donald Spoto, 1976) y Alfred Hitchcock (Guillermo del Toro, 1990), este último reeditado por la Cineteca Nacional.